La Vanguardia Literaria nos trajo una serie de innovaciones que modificaron la manera de ver el arte literario, a partir de esta época se dieron técnicas narrativas, poéticas y teatrales. El contrapunto literario se desarrolla principalmente en la narrativa de Vanguardia, lo definimos como contrapunto literario porque esta técnica también se desarrolla en otras artes.
En el contrapunto la descripción y narración objetiva pueden aparecer también diferentes planos narrativos que transcurren en espacios más o menos aledaños dentro de un mismo instante en el tiempo, lugares o espacios y/o personajes.
¿Qué es contrapunto en literatura?
El contrapunto es una técnica narrativa dinámica, porque hace que el lector se mueva junto con la trama narrativa que quiere el autor, esta presenta simultáneamente (al mismo tiempo) tiempos, lugares y personajes sin prevenir al lector de lo que sigue en el hilo narrativo.
Se alternan planos narrativos distintos a causa del espacio, del tiempo o del personaje; como dos o tres historias simultáneas relacionadas entre si. Dentro del monólogo interior pueden aparecer presente, pasado y futuro alternando mezclados en la mente del personaje.
Características:
1. Es una técnica de vanguardia que nace en siglo XX como parte de una serie de innovaciones literarias y artísticas.
2. El contrapunto literario hace una mezcla de personajes, argumentos, tiempos y otros detalles narrativos.
3. Esta técnica hace uso de otra que se llama el monologo interior.
4. El autor hace juego con la mentalidad del lector haciéndolo sorprender con todos los cambios sin previo aviso que este le agrega al relato.
Ejemplo de contrapunto literario:
«Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado».