Rebeca Henríquez es una escritora, artesana y amante del arte salvadoreña. Consultora en temas de niñez y adolescencia. En esta entrada ella nos comparte el poema «Efecto Placebo» un poema que retrata la forma como a veces somos encajonados en una creencia por el simple hecho de saber que algo nos hará bien, de hecho en la medicina se utiliza el concepto de placebo para que el paciente sienta mejoría por medio de la psique.
Puedes seguir a la escritora en Instagram: srebecam en ella comparte con todos sus seguidores poesía en vivo y en diferido, además te agradezco que estés aquí en el blog Soy Literauta.
A continuación te presentó un vídeo donde Rebeca Henríquez nos declama el poema «Efecto Placebo» recuerda apoyar a los artistas locales.
El poema esta elaborado para declamar o leer en distintas edades a partir de los siete años que los niños y niñas ya comprenden el significado de la lectura.
EFECTO PLACEBO
La Aspirina en el centro de mi mano
se vuelve una mariquita cuyo caparazón es negro
con diminutos puntos blancos.
Y mi mano es una rama de trigo que la sostiene
mientras la brisa del verano la hace tambalear,
aunque en realidad se resbala
como en un trineo
por los trechos profundos que son las líneas de mi palma.
A esa mariquita,
que en la sombra tiene alas plateadas,
la confundo con la lágrima
que brota cuando miro
la ciudad de occidente,
también la confundo
-y esto es deliberado-
con la ceniza que suelta la caña
como lamentos de su terrible hoguera.
Efecto palcebo, Rebeca Henríquez
Me la bebo,
con una esencia de salvia o de té negro.
En el centro de mi lengua sabe a pistacho con sal refinada.
Y si me sabe a tierra mojada de tormenta, a tierra ácida,
como ajenjo apocalíptico,
sé que no debo de extraviarme
en un concierto,
o en un film engorroso de cine alemán,
porque detesto tanto ver a mis manías en el cine;
y la mariquita
que ya en mi garganta es un proyectil,
perdería el frenesí que la afama.
Luego suelta el veneno.
La ponzoña que se vierte en la sangre.
El narcótico que emprende una lid entre tejidos y neuronas:
que hace o deshace nuevas mariquitas en mi cabeza,
como una quimera,
de la que resucito
-sin remordimientos-
con mis palmas diáfanas, después de doce horas,
convertidas en un jardín.
Otros poemas de Rebeca:
El extranjero:
Llegó a una ciudad cuyo verano se extendía por años.
En sus calles, los lagartos eran estatuas cubiertas de un moho impenetrable.
Perros mortecinos seguían a los transeúntes
y éstos huían
y fragmentaban con sus rostros perlados de sudor
los hatajos vibrantes de moscas y de mosquitos.
La ciudad y su verano implacable le recibieron por la noche,
con el talante de una tolvanera ante un forastero que se emplaza.
No era él, en aquel tiempo,
un viajero intrépido avanzando de frente y sin retorno
por cada paraje mundano que se le antojaba o permitía.
Era, más bien, un vagabundo
que llevaba consigo, adherido a su memoria,
la gelidez de un invierno.
Y como si fuese rastreable la tundra
le cercaron los coyotes, libélulas y culebras.
Le horadaron el rostro con sus colmillos y aguijones.
En una pila amplísima, le vaciaron
y se volvió como un lago rodeado de montañas
que eran los niños y los ancianos.
Los hombres se desvistieron y mojaron sus espaldas.
Las mujeres acarrearon en cántaros todo lo que pudieron.
Desde los picos de las aves, la ciudad fue regada
y la maleza sucumbió al verdor.
Su cuerpo fue arrojado en el páramo.
Sus ojos aún abiertos vieron las nubes de una tormenta.
Y luego,
como en un renacimiento,
el alba le acogió en un bautismo de fulgor.
Acto fallido
Desde muy joven sé que la distancia
es el velo oscuro de la incertidumbre,
que cuando alguien se marcha
la negrura va poblando cada tramo que se avanza;
los escarabajos se agolpan en los caminos como piedras.
El aceite de los furgones anega las avenidas.
Los atajos y senderos se vuelven puentes corroídos
sobre avernos tremendos.
Y por más que intente retornar por el mismo camino,
estatuas de sal quedan en lugar de pasos
hasta que el viajero es solo ese aliento
que inicia las más temibles tolvaneras.
REBECA HENRÍQUEZ (1982) es poeta y educadora artística. Tres veces ganadora de los Juegos Florales de El Salvador, ha publicado: El verano aventurero (poesía infantil, DPI, 2013). En diciembre de 2015 presentó su libro de poesía En el año del error (Editorial Río Güija). Actualmente prepara para publicación su primer libro de cuentos.
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