se vuelve una mariquita cuyo caparazón es negro
con diminutos puntos blancos.
Rebeca Henríquez es una escritora, artesana y amante del arte salvadoreña. Consultora en temas de niñez y adolescencia.
EFECTO PLACEBO
La Aspirina en el centro de mi mano
se vuelve una mariquita cuyo caparazón es negro
con diminutos puntos blancos.
Y mi mano es una rama de trigo que la sostiene
mientras la brisa del verano la hace tambalear,
aunque en realidad se resbala
como en un trineo
por los trechos profundos que son las líneas de mi palma.
A esa mariquita,
que en la sombra tiene alas plateadas,
la confundo con la lágrima
que brota cuando miro
la ciudad de occidente,
también la confundo
-y esto es deliberado-
con la ceniza que suelta la caña
como lamentos de su terrible hoguera.
Me la bebo,
con una esencia de salvia o de té negro.
En el centro de mi lengua sabe a pistacho con sal refinada.
Y si me sabe a tierra mojada de tormenta, a tierra ácida,
como ajenjo apocalíptico,
sé que no debo de extraviarme
en un concierto,
o en un film engorroso de cine alemán,
porque detesto tanto ver a mis manías en el cine;
y la mariquita
que ya en mi garganta es un proyectil,
perdería el frenesí que la afama.
Luego suelta el veneno.
La ponzoña que se vierte en la sangre.
El narcótico que emprende una lid entre tejidos y neuronas:
que hace o deshace nuevas mariquitas en mi cabeza,
como una quimera,
de la que resucito
-sin remordimientos-
con mis palmas diáfanas, después de doce horas,
convertidas en un jardín.